Ha transcurrido casi un año desde el inicio del ‘Estado de alarma’, que mantuvo al país paralizado durante tres meses. Solo gracias a los sectores esenciales, como es el caso del transporte de mercancías por carretera, y a su compromiso de servir a la sociedad, se garantizó el correcto funcionamiento de la cadena de suministro para atender las necesidades sanitarias (la última de todas, la vacuna) y alimentarias de la población.
En NEXOTRANS ya explicaron tando el doctor e investigador Mera Cordero, del ensayo Esperanza Covid, como Jorge Somoza, director general de CETM, que sería lógico vacunar a los transportistas por su esencialidad y trasiego fronterizo.
Durante el último año, los profesionales del transporte, especialmente los conductores, han padecido una situación límite de riesgo al contagio de la Covid-19, debido a su gran movilidad.
La exposición al virus se incrementa aún más, por la exigencia de los cargadores a que nuestros conductores realicen labores que no les corresponden, como la carga y descarga de mercancías. Estas situaciones multiplican el peligro de contagios, puesto que el conductor se ve obligado constantemente a bajarse de la cabina de su vehículo y acceder a diferentes almacenes e instalaciones.
Si ser transportista supone una amenaza potencial para la salud, este hecho se agrava en el transporte internacional, con el riesgo añadido de poder extender en el país nuevas cepas que preocupan porque pueden suponer mayor riesgo de transmisión.
Además, cada vez son más los países europeos que imponen nuevos requisitos a los profesionales del transporte y que implican retrasos y esperas que entorpecen la actividad de las empresas.