La digitalización es algo inherente al desarrollo de la sociedad. Ya no se entiende un futuro sin este componente tecnológico y digital, en ninguna de las acciones cotidianas ni en ninguna actividad económica.
Por eso, el proceso que necesariamente tienen que afrontar las ciudades para convertirse en espacios más sostenibles y mejores para vivir, no puede prescindir del componente digital. Sobre ésta y otras cuestiones disertó hace unos días José Antonio Ondiviela, director de Smart Cities Solutions para Europa Occidental de Microsoft, en unas jornadas organizadas por la EAE Business School Madrid.
A su juicio, “las ciudades inteligentes permitirán enriquecer la vida de los residentes, mejorar las infraestructuras, modernizar los servicios gubernamentales, la accesibilidad, e impulsar la sostenibilidad y acelerar el desarrollo económico”, pero todo ello requiere de la tecnología y las innovaciones disponibles para que el camino sea el correcto en todo momento.
Porque las ciudades de todo el mundo, sobre todo las de mayor tamaño, seguirán creciendo en extensión y en población, lo que provoca “retos y desafíos” constantes. Su recomendación a las Administraciones es que hagan uso de la tecnologías, porque les permitirá “predecir los problemas potenciales, superar los desafíos rápidamente y mejorar los resultados, ofreciendo así mejores experiencias a sus residentes, visitantes y empresas del área urbana”.
Desde el punto de vista de la sostenibilidad, “las ciudades inteligentes están aprovechando las soluciones digitales para impulsar la eficiencia energética, promover prácticas sostenibles de agua y medir y reducir sus emisiones de carbono”, comenta el Ondiviela, poniendo el acento en unos sistemas de transporte que deberán ser “conectados, eficientes y sostenibles”, máxime cuando el transporte público será la opción casi única de acceso a los centros de las grandes ciudades, y el de ‘última milla’ se verá en la obligación de incrementar su eficiencia en las entregas y reducir las fallidas.