Siempre habrá una persona que esté al frente del vehículo, aunque interviniendo mucho menos que en uno convencional y encargándose, principalmente, de controlar que todos los procesos funcionen correctamente. En una primera fase, que se desarrollará en un tramo de 1,2 kilómetros, principalmente por la avenida de San José, y en un carril de uso exclusivo para autobuses, el vehículo automatizará las operaciones de aceleración y frenado.
A partir de ese momento, el trabajador que esté al frente del vehículo se valdrá de la conducción de crucero para poder soltar el volante.Entonces, el autobús se encargará también de mantenerse en el carril, gracias a una línea que se pintará en el medio que le servirá de guía, girar y acercarse a las paradas sin que el chófer tenga la necesidad de intervenir. Podrá asimismo, entre otras cuestiones, detectar cualquier obstáculo que se encuentre en la calzada y poder tomar decisiones para reaccionar rápidamente ante él, controlar el número de pasajeros que se encuentran dentro del vehículo o saber con antelación cuántas personas hay esperando en las paradas.