El mayor desafío resultó ser el cumplimiento de los reglamentos de ambas, carreteras y vías fluviales, equilibrando los requisitos para las dos modalidades en un solo vehículo
Todo comenzó con la idea de tener un autobús anfibio como una atracción turística en la ciudad portuaria holandesa de Rotterdam: el último viaje por tierra y agua, con un baño en el río como el punto culminante. Esa idea fue el comienzo de una aventura, en la que cuatro empresarios pioneros decidieron poner sus ambiciones. Fue el comienzo de un proceso altamente dinámico y complicado, pero muy emocionante. Y ese sueño inicial ahora se ha hecho realidad: el primer autobús anfibio fue entregado a Anfibio Splashtours, que vendió las primeras entradas para sus viajes anfibios únicos en abril de 2010. Su autobús anfibio permanece en pleno funcionamiento y ha demostrado ser un gran éxito.
Ese primer Anfibús tomó una gran cantidad de trabajo duro: soldadura, medición de precisión, lluvia de ideas... el diseño poco a poco fue tomando forma en la mesa de dibujo. Las cosas parecían prometedoras. El autobús se desarrolló gradualmente, sus contornos se hacían visibles en el esqueleto. Ahí es donde el papel pionero entró en juego: caerse y volver a levantarse; aprendizaje y probar cosas; innovación en su forma más pura. El mayor desafío resultó ser el cumplimiento de los reglamentos de ambas, carreteras y vías fluviales, equilibrando los requisitos para las dos modalidades en un solo vehículo.
Se compartieron las frustraciones, reveses y decepciones; se celebraron los avances. Y a pesar de todo, permanecieron impulsados por el entusiasmo y la tenacidad de cuatro empresarios con una sola cosa en la cabeza: un autobús que pudiera flotar. Tomó cuatro años desde que el concepto inicial fue ideado hasta la realización final. Pero la compañía tenía una misión: conquistar el mundo por tierra y sobre el agua. La semilla de la innovación es la aspiración humana.