La sostenibilidad ya no es una promesa, sino una ruta clara. Así lo demuestra Alsa en su última Memoria de Sostenibilidad 2024, donde revela avances tangibles hacia una movilidad limpia, segura y humana. Con casi el 40 % de su flota urbana y metropolitana en España operando con tecnologías cero o bajas emisiones, la compañía marca un hito en su camino hacia una flota 100 % libre de emisiones para 2030.
'La sostenibilidad no se limita a cambiar vehículos'
Y es que los números hablan solos: más de 800 autobuses limpios, reducción del 11 % en las emisiones de gases de efecto invernadero, y 14.541 toneladas de CO₂ evitadas. Una transformación profunda que ya se siente en ciudades como Madrid, Zaragoza o Barcelona.
La apuesta de Alsa no se limita a los autobuses eléctricos. En la actualidad, su flota se mueve también gracias al hidrógeno verde, el gas natural comprimido (GNC), motores híbridos y biocombustibles avanzados. Estas soluciones ya están operativas en rutas clave como la del aeropuerto de Zaragoza o el nuevo Bus Nàutic eléctrico en el Port Vell de Barcelona, que protagoniza la portada de la memoria.
Además, Alsa ha implantado mejoras en seguridad que redujeron un 40 % la severidad de los accidentes, y ha comenzado a monitorizar a sus conductores con cámaras inteligentes, una medida que se extenderá al 100 % del personal para 2040.
Más allá de lo técnico, el informe revela un rostro humano: 4.800 nuevas contrataciones en 2024, con un 91,3 % de contratos indefinidos, y un índice de satisfacción del cliente (ISC) de 8,18 puntos. A eso se suma una tasa de recomendación del 54 %, que refuerza el impacto de una experiencia de viaje más sostenible y cuidada.
“La sostenibilidad no se limita a cambiar vehículos. Es mejorar la vida de las personas que viajan, trabajan y conviven con nosotros”, podría ser el resumen no escrito de esta memoria, verificada por AENOR y alineada con los estándares internacionales de sostenibilidad.
En definitiva, Alsa no solo transporta personas, también impulsa un cambio profundo en la forma en que nos movemos, pensando en el planeta y en quienes lo habitan. En un tiempo donde las promesas verdes abundan, los hechos —y los datos— marcan la diferencia.