La primera de ellas tiene que ver con la eficiencia energética, estableciendo unos objetivos más ambiciosos para reducir el consumo. Con ella, los Estados miembros tendrán que reducir su consumo de energía final en al menos un 11,7% para 2030, tomando como referencia las previsiones de energía de 2030 que se realizaron en el año 2020.
Asimismo, se ha establecido un Reglamento sobre la Infraestructura para los Combustibles Alternativos que garantiza la implantación de más estaciones de recarga y repostaje para los vehículos que los empleen. Estos deberán desarrollarse en los próximos años, y facilitarán al sector del transporte la transición hacia los modelos más sostenibles que empiezan a ser cada vez más frecuentes.
Por último, la iniciativa FuelEU Marine buscará aumentar la demanda y el uso sistemático de combustibles renovables y combustibles hipocarbónicos en el transporte marítimo. Así, se garantizará el buen funcionamiento del mismo y se evitarán distorsiones en el mercado interior.