Además de la controversia suscitada por el trasvase de trayectos de avión al tren, convendría quedarse con la intención de prorrogar los descuentos a los títulos de transporte, tanto de tren como de las líneas regulares de larga distancia.
Buena decisión
A juicio del Sector, en una amplia mayoría, esta es la decisión acertada. Cuando se pone en marcha una medida y resulta que cumple con crecer el objetivo que se había marcado, no sólo hay que aplaudir, sino pelear para que se consolide. Y es lo que ha sucedido con estas ayudas a los títulos de transporte.
La demanda de usuarios se ha disparado en lo que llevamos de año (por encima del 20% respecto al año pasado) y las previsiones apuntan a año récord de viajeros, incluso superando los registros históricos de 2019. Una excelente noticia, aunque quizá algo empañada porque los primeros análisis también demuestran que esos usuarios no proceden del coche particular, como hubiera sido el deseo de todos. Pero ese es otro capítulo de la historia.
En cualquier caso, hay que aprovechar la oportunidad. Si las grandes Organizaciones empresariales del Sector quieren que los descuentos se mantengan en vigor el año que viene, y el posible Gobierno de coalición está por la labor de prorrogarlos, todo bien.
Planificación
Pero el Sector también tiene claro que esta ayuda no será eterna. Es más, así lo prefiere. Por tanto, es momento de trabajar y pensar en cómo se financiarán estos títulos una vez que su precio recupere los índices tradicionales, sea a finales de 2024 o antes, si hay cambio de Gobierno y el que llegue no comulga con esta dirección.
Se antoja imprescindible la Ley de Financiación del Transporte Público, por lo tanto, la cual debería formar parte de la Ley de Movilidad Sostenible que, según nuestros compromisos con Bruselas, tendrá que ver la luz antes de que concluya el ejercicio próximo.
Aprovechemos pues este momento dulce, disfrutémoslo, pero no dejemos de lado la labor de planificación que hay que abordar.
