El Gobierno británico tiene que dar un paso al frente si no quiere ver cómo desaparece la planta que el fabricante de camionetas LDV, propiedad del grupo ruso Gaz, tiene en Birmingham. El Ministerio de Empresa, dirigido por el ex-comisario europeo Peter Mandelson, parece haber tenido éxito en su reciente encuentro con dos firmas internacionales, que podrían estar interesadas en la operación.
El presidente de LDV, Erik Eberhardson, había dicho la semana pasada que su compañía necesita unos 5,3 millones de euros de ayuda pública, una sexta parte de lo que solicitaba inicialmente, para mantenerse a flote mientras negocia con los supuestos interesados extranjeros. Ante la negativa gubernamental a ofrecer ayudas directas a empresas sin capacidad de cubrir costes, se han producido, con el auspicio del Ministerio reuniones confirmadas con una organización que tiene interés en invertir en LDV, para lo que se trabaja en un plan de viabilidad, siempre bajo la premisa de que el trabajo y el empleo en la planta de Birmingham deben ser garantizados. También se está hablando con el Ayuntamiento de la ciudad para identificar qué ayuda es necesario recibir a corto plazo.
