Los problemas financieros de Ssangyong se vieron complicados cuando el fabricante chino Shanghai Automotive, que ostenta el 51% del paquete accionarial de la compañía, decidió abandonarla a principios de este año. Entonces, Ssangyong se acogió a las leyes de protección de bancarrota a la espera de que sus acreedores acepten este plan de viabilidad para la continuidad de las operaciones. El banco estatal surcoreano de Desarrollo (KDB), su principal acreedor, ha rechazado rescatar a la compañía y aumentar su apoyo financiero para una empresa que tiene un pasivo por valor de cerca de 700 millones de euros. Ayer se daba por concluido el plazo para presentar el plan ante el tribunal de gestión de bancarrotas de Seúl y ahora habrá que esperar hasta noviembre para que la justicia surcoreana y los acreedores decidan si la compañía desaparece o se inclinan por rescatarla.
