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La experiencia del viaje en un buen autocar no tiene nada que envidiar al trayecto en tren

Este redactor realizó un viaje en autocar entre Madrid y una ciudad del Norte, del que cuenta sus sensaciones

viernes 09 de octubre de 2015, 02:00h

Cuando, actualmente, alguien va a realizar un viaje de media-larga distancia y no posee coche en propiedad o no es una posibilidad para ese viaje, se plantea tres principales alternativas: el tren, el autocar y la moderna opción del coche compartido.

El Supra de repuesto usado en el viaje de vuelta, debido a la avería del vehículo previsto.
El Supra de repuesto usado en el viaje de vuelta, debido a la avería del vehículo previsto.

El que escribe estas líneas es natural de una ciudad del Norte de España pero lleva ya ocho años en la capital de la nación. Los viajes entre las dos ciudades son algo común para mí, de media de uno al mes, cuando no alguno más, por tanto, hagan cuentas. Sé de lo que hablo.

Así que, descartada la posibilidad del coche compartido, la disyuntiva se presenta entre el autocar y el tren, y tengo que decir que la mayoría de las veces ha ganado el autocar.

Se preguntarán por qué, sobre todo ahora que hablan maravillas del AVE. Pues bueno, para explicarme les contaré mis sensaciones y puntos de vista de un viaje que acometí el pasado fin de semana. Una de las ventajas del autocar que tomé en Madrid respecto al tren, es que hace parada en Moncloa, una estación intercambiador de fácil acceso en metro desde muchos lugares de la capital, más cercana que la estación de Chamartín, desde donde salen los trenes al Norte.

Se habla mucho de que el espacio en el tren es mayor que en el autocar. Sin embargo, si utilizas para desplazarte un Supra, como fue mi caso, estos vehículos tienen una distribución de asientos 2+1 en vez de 2+2 y el espacio disponible es prácticamente el mismo. Asimismo, una gran cantidad de autocares poseen ya minipantallas personales en frente del asiento para que puedas disfrutar de una experiencia única eligiendo por ti mismo lo que te apetece ver.

Además de lo anterior tuve a mi disposición reposapiés en mi asiento, una nevera con botellas de agua y cascos para escuchar la película que elegí. Igual no es su caso, pero a mí me encanta disfrutar de los paisajes, y en los primeros asientos de un autocar tienes la posibilidad de disfrutar de una amplia visión, la misma que la del conductor, algo impensable en un tren.

El tema del tiempo es un factor determinante para muchos a la hora de elegir el tren. Bien, está claro que todos queremos aprovechar el tiempo de nuestra vida lo mejor posible, pero los trenes tan rápidos tienen precios exorbitados salvo con las promociones, a comprar con semanas de antelación, mientras que (casi) siempre podrás comprar tu plaza en un autocar (casi) en el último momento por un precio asequible.

Hay situaciones que no se pueden preveer, otras sí

También existen los imprevistos. La gente piensa que sólo un autocar puede tener una avería o sufrir un atasco pero yo he realizado un viaje en tren que duró el triple de lo previsto porque primero se estropearon las catenarias y luego la máquina que tiraba del tren.

Un imprevisto también sucedió cuando me disponía a volver a Madrid desde mi ciudad. Resulta que a la hora prevista de salida el conductor nos dice que no, que ese autocar está estropeado y tiene que ir a por el de repuesto, que es el que utiliza para sus desplazamientos el equipo de balonmano de la localidad. Resultado: salimos con casi 20 minutos de retraso, aunque al final no se notó tanto a la llegada a la capital de España.