Pero nunca está de más poner un ojo en el futuro, para que no nos pille desprevenidos, dado que el resto de modos de transporte lo están haciendo. Es el caso del ferrocarril. En estos días, hemos conocido el Proyecto Final de Grado que realizó Nerea Murillo, una alumna de la Universidad de Mondragón, en 2022. Su objetivo era idear el concepto de tren inteligente para el año 2100, y se puso manos a la obra en colaboración con CAF y sus profesores del Centro de Innovación en Diseño de Mondragon Unibertsitatea. Murillo era alumna del Grado en Ingeniería en Diseño Industrial y sabía que su proyecto final de grado sería parte de la muestra MOTION, AUTOS, ART, ARQUITECTURE de Norman Foster, una exposición que estuvo abierto al público en el museo Guggenheim de Bilbao desde abril a septiembre de 2022. Pero con lo que Nerea no contaba era con el éxito de su trabajo, puesto que una vez terminada la muestra internacional de Bilbao, tanto el proyecto como la maqueta se trasladaron al museo del automóvil de Volkswagen, el Autostadt. Este museo germano es también conocido como “el parque de atracciones del automóvil” y acoge vehículos de más de 60 fabricantes, y desde la semana pasada cuenta con Ethos, el proyecto desarrollado por Nerea. ETHOS El proyecto ETHOS intenta poner las bases del que podría ser el tren inteligente del año 2100, que utilizaría el machine learning para “ofrecer experiencias personalizadas, aumentar la satisfacción y mejora la experiencia del usuario. Ethos dispone de un método de levitación magnética que mantiene el tren a flote por la acción de un campo magnético. Los pasajeros son llevados a la estación mediante el uso de los módulos autónomos, los cuales pueden colocarse en los vagones situados en los laterales del tren. Una vez aquí, el usuario se encontrará dentro del tren de larga distancia para poder desplazarse. El usuario puede llamar a su vehículo híbrido desde cualquier lugar en el que se encuentre mediante la aplicación de su teléfono móvil. Los módulos trasladan al pasajero al tren, que cuenta con una zona de encuentro común en la estructura central del tren, proporcionando un lugar de interacción social”, explican los responsables de un proyecto que podría, perfectamente, convertirse en realidad, aunque a finales de esta década quedaremos pocos de nosotros para comprobarlo.