La reincorporación al trabajo tras las vacaciones llega marcada por un escenario complejo: más de 3,1 millones de trabajadores causaron baja voluntaria en 2024, lo que supone un aumento del 4,4 % respecto a 2023 y un 49 % más en comparación con 2021, según datos de la Tesorería General de la Seguridad Social.
Septiembre, el mes más crítico
El fenómeno se concentró especialmente en septiembre, cuando se registraron 299.683 bajas voluntarias de afiliación, un 7,8 % más que en el mismo mes del año anterior y el nivel más alto jamás alcanzado. Hasta noviembre, las dimisiones superaban los 2,2 millones, reflejando un crecimiento interanual del 3,3 %.
La reforma laboral también ha acelerado esta tendencia: las bajas voluntarias entre trabajadores con contrato indefinido se han triplicado respecto a 2021, lo que apunta a un cambio cultural en la relación con el trabajo. “Los profesionales ya no priorizan únicamente la estabilidad, sino que valoran aspectos como el desarrollo, la flexibilidad y el bienestar psicológico”, explica María Luaces, Directora de Human Resources Solutions en Synergie España.
En 2024 se registraron 643.681 bajas laborales por trastornos mentales
El auge de las dimisiones se enmarca en un contexto de fragilidad laboral. En 2024, la tasa de incapacidades temporales alcanzó 53,3 por cada 1.000 trabajadores, el nivel más alto desde que existen registros. El Banco de España alerta de que esta cifra duplica los niveles previos a la pandemia, con un coste público de más de 15.000 millones de euros, equivalente al 1 % del PIB.
La duración media de las bajas se ha alargado, especialmente aquellas relacionadas con trastornos psicológicos o emocionales, que superan los 108 días de media.
El síndrome postvacacional y el burnout
Cada septiembre, entre el 30 % y el 40 % de los trabajadores experimentan lo que se conoce como “síndrome postvacacional”, caracterizado por cansancio, desmotivación e irritabilidad. Expertos del Colegio Oficial de Psicología de Madrid y de Quirón Salud advierten que, si los síntomas se prolongan más de un mes, pueden evolucionar hacia un burnout reconocido por la OMS como fenómeno ocupacional, con riesgo de derivar en bajas laborales prolongadas.
“Las empresas deben entender que estas situaciones son la antesala de problemas que repercuten en la productividad y la rotación del talento”, recalca Luaces.

La salud mental, en el centro del debate laboral
En 2024 se registraron 643.681 bajas laborales por trastornos mentales, un 72 % más que el año anterior. La duración media fue de 108 días, situándose como las segundas más largas después de las provocadas por tumores o problemas cardiovasculares. El 58 % de los casos afectan a mujeres entre 36 y 45 años, reflejando un patrón de especial vulnerabilidad en este grupo.
Según la Mutua de Navarra, los problemas psicológicos ya son la segunda causa que más días de baja generan (17,86 %), solo por detrás de los trastornos musculoesqueléticos (47,9 %). Además, una de cada cuatro bajas reincidentes está vinculada a la salud mental, lo que evidencia la dificultad de alcanzar una recuperación completa sin apoyo profesional.
El desafío empresarial: prevenir y acompañar
La fidelización de los trabajadores ya no depende únicamente del salario. Programas de acompañamiento psicológico, planes de reincorporación progresiva y medidas de conciliación se han convertido en piezas clave para la retención del talento.
El Instituto de la Mujer subraya en su observatorio que estas políticas no solo reducen el estrés, sino que fortalecen equipos más comprometidos. “Invertir en la salud mental de los empleados no solo mejora su calidad de vida, sino que ofrece un retorno tangible en términos de productividad”, concluye Luaces.