Según explicó Pradillo, Madrid —comunidad compuesta por 179 municipios, con más de seis millones de habitantes— ha visto crecer su población en cerca de un millón de personas en los últimos 12 ó 15 años, lo que ha generado nuevos desafíos, partiendo por la necesidad de dotar de un transporte más sostenible a las zonas de la corona metropolitana, la menos dotada de transporte colectivo y la que concentra la más alta de viajes mecanizados en transporte privado.
Respecto a lo que ha ocurrido con el transporte madrileño durante la crisis, se observa en 2008 una disminución de la demanda, en comparación con 2007, que alcanza un 6,5% en el caso de la EMT y un 2% en el caso de los autobuses urbanos, siendo más acusado el descenso de la movilidad no obligada y sin que esto haya significado un aumento en las cifras del transporte privado. Cabe destacar que esta disminución es notoriamente superior en el caso de los autobuses que en metro y cercanías. En cuanto a la evolución de la demanda según días de la semana, los días laborables presentan un comportamiento muy superior al de los domingos y festivos. Finalmente, el director gerente del Consorcio ofreció cifras relativas a la evolución de la demanda según horario, obteniéndose nuevamente números muy dispares. Todo ello le llevó a reflexionar sobre la necesidad de "tomar medidas drásticas". "La sostenibilidad del transporte colectivo en 2009 exige ajustar, de forma permanente, la oferta a la demanda", concluyó Pradillo. De lo contrario, la viabilidad económica de las empresas de transporte "no va a ser posible".
Iglesias: Acción coordinada
La ponencia de Casimiro Iglesias, asesor de la Dirección de Planificación del Ministerio de Fomento, también hizo alusión a la movilidad urbana sostenible, pero desde la perspectiva de la administración. Además de referirse a la complejidad intrínseca del sistema de transporte urbano, con redes densas e interconectadas y la confluencia de modos y operadores de naturaleza diversa, a lo que se suma la intensa interrelación entre transporte y ordenación urbana, Iglesias se refirió al problema de la superposición de actuaciones de diversas administraciones. Dado este panorama, "las actuaciones aisladas de cada uno de los agentes corren el riesgo de ser poco eficaces", por lo que se hace indispensable un actuar coordinado.
Así, en las últimas décadas se han creado autoridades únicas de transporte en las principales ciudades, al tiempo que muchas áreas se han dotado de un sistema de planificación intermodal, la que está teniendo actualmente un considerable impulso bajo la figura de los PMUS (planes de movilidad urbana sostenible). En el primero de los casos, existe una serie de consecuencias positivas, como los procesos de integración tarifaria o la construcción de intercambiadores, que dan fe de la conveniencia del modelo, En el segundo, los planes de movilidad urbana a nivel estatal están coordinados en el PEIT, existiendo una serie de marcos normativos y ayudas tendientes a la realización de sus objetivos, siendo el principal de ellos la coordinación de la planificación del transporte con la planificación territorial. Otros objetivos son: mejorar el transporte público, actuar sobre la demanda, fomentar el transporte no motorizado, aplicar nuevas tecnologías y ofrecer una visión integrada, concertación y participación pública en el transporte.
