En dos décadas, estos buses han transportado a más de 12 millones de personas y han facturado, desde 1991 hasta 2006, unos 125 millones de euros; cifras que podrían llegar a mejorarse este año. Hasta principios de septiembre, los buses públicos llevan trasladados ya a 1.414.947 turistas, un 13,26% más que en el mismo periodo del año pasado. Lo cierto es que con bastante frecuencia se forman largas colas para coger los buses, principalmente en la plaza de Catalunya y en la Sagrada Família. Según la directora de Transportes de Ocio de TMB, Montse Pérez, el servicio espera alcanzar este año, por primera vez, los dos millones de clientes. Y eso que viajar en él no es barato. Un billete diario cuesta 19 euros, y el de dos días, 23 —la tarifa infantil oscila entre los 11 y 15 euros—. La ventaja es que los turistas pueden estar en un monumento el rato que estimen oportuno y tomar después el bus siguiente. El servicio funciona con una frecuencia de paso regular que oscila entre los cinco y los 18 minutos.
El Bus Turístico se inauguró el 25 de junio de 1987 con solo dos vehículos. Al año siguiente la frecuencia de pasajeros bajó hasta los 10.223. «Los primeros años perdimos dinero», reconoce Pérez. El primer aumento significativo, hasta las 66.223 personas, no se produjo hasta 1991. «Los JJOO pusieron a Barcelona en la foto internacional», añade Pérez. Los 100.000 viajeros se alcanzaron dos años después, en 1993. Y en 1997, aprovechando el tirón olímpico y el trabajo de operadores y empresas lúdicas y culturales, los pasajeros superaron los 400.000. El medio millón se superó en 1999 (553.508 personas), aunque fue con la puesta en marcha en 2001 de los buses diarios cuando el negocio dio otro estirón importante (hasta 983.302 clientes). Finalmente, el millón de pasajeros se lograba en 2002, con 1.150.621 viajeros.
