Sin embargo, el documento - que se presentará en un anexo a las conclusiones que el Consejo Europeo estudiará para su eventual aprobación mañana miércoles- tiene pocas posibilidades de prosperar, ya que hay países que no están dispuestos a modificar la propuesta del Ejecutivo comunitario, entre ellos España.
El problema es que los Estados miembros con gran consumo energético industrial, como Francia y Alemania, nunca han estado satisfechos con el paquete de energía y cambio climático, que apunta a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20% y aumentar en la misma medida el uso de las energías renovables de aquí a 2020, respecto a los niveles de 1990. El temor de dichos países es que las empresas se trasladen a países extracomunitarios con legislaciones menos restrictivas en materia de emisiones.
Por otra parte, hay Estados miembros nuevos que se quejan de que la propuesta de la Comisión es muy estricta y difícil de cumplir. El primer ministro de Polonia, Donald Tusk, ha señalado que su país encuentra dificultades para no violar el paquete de medidas, porque el carbón es una de las principales fuentes de energía de Polonia.
De esta manera, los países reacios al plan del Ejecutivo comunitario han encontrado en la crisis económica internacional un nuevo argumento en su afán de conseguir más garantías para quienes más energía consumen, a fin de evitar la competencia de terceros países.
España y el paquete de medidas
Según fuentes diplomáticas, España apoya el paquete de medidas presentado por la Comisión en febrero, aunque está dispuesta a considerar algunas de las propuestas de la Presidencia. Sin embargo, lo que no es negociable para Madrid es poner en tela de juicio el reparto del esfuerzo de reducción de emisiones fijado por el Ejecutivo comunitario.
