Todavía no está claro lo que puede hacer por nosotros, en qué nos ayudará y qué cuestiones es mejor no encomendárselas. Por ejemplo, el debate sobre su uso en la educación está abierto, con defensas enconadas desde ambos rincones del ring, pero quizá los combates deban dejarse para más adelante, puesto que la fiabilidad de las respuestas obtenidas en la actualidad (ante determinadas preguntas) es bastante mejorable. Algunas voces autorizadas han solicitado una especie de moratoria de seis meses antes de volcarnos de lleno en la aplicación de la IA para nuestras vidas cotidianas, o para los negocios, que tanto da. En ese periodo, la tecnología podría mejorar y todos tendríamos tiempo para reflexionar al respecto. Un nuevo dato para analizar Pero desde Greenpeace España se aporta un nuevo dato. En declaraciones a la Cadena Ser, una de sus responsables de Campaña de Renovables y Transición Energética, María Prado, pone el acento en una cuestión que podría llegar a convertirse en capital: el consumo energético. Si la IA sigue el curso que se vislumbra, serán necesarios cada vez más servidores, y más potentes, analizando datos día y noche, a nivel mundial. Y eso podría disparar el consumo de energía hasta multiplicarlo por 15, según la estimación de la ONG. Algo que está por confirmar, pero que no parece aceptable desde ninguna óptica y que choca radicalmente con la tendencia sostenible que necesita el planeta. El debate está servido. Quizá, no sería tan mala idea lo de dejarlo para más adelante…