Hablamos de un concepto relativamente nuevo, no porque no existiera antes, sino porque no se le daba la importancia que tiene en nuestros días. Tanto los fabricantes como los operadores, aseguran tener esa comodidad a bordo y ese cuidado por la experiencia de viaje entre sus prioridades, a la hora de diseñar y desarrollar tanto sus productos como sus servicios. Esas buenas sensaciones perseguidas tienen varias perspectivas: el tiempo de viaje, el confort de las butacas, la amplitud del espacio, el entretenimiento a bordo… Pero hay un aspecto que puede ‘estropear’ todos los demás: el estilo de conducción del chófer. Prácticas a mejorar Si éste circula a una velocidad inapropiada, realiza correcciones tomando las curvas, reduce al mínimo el tiempo de las paradas (hablamos de líneas regulares o de larga distancia), no resulta especialmente cordial si algún viajero intenta resolver alguna duda, frena bruscamente en el momento de entrar en las poblaciones o en los pasos de cebra… ¿De qué sirve un vehículo fantástico, o con el mejor equipamiento? Está claro que la sensación del usuario cuando descienda del autocar no será la mejor, y eso repercutirá negativamente en sus futuras elecciones de modos de transporte para desplazarse. Es tarea compleja modificar ciertos comportamientos, más aún con la escasez de conductores que vive el Sector en los últimos años, pero resulta imprescindible abordar el problema. De otro modo, que nadie se sorprenda si se incrementan las quejas o se reduce el número de personas a bordo.