De hecho, desde la IRU se cifra en 600.000 los puestos vacantes en la actualidad (tanto de camión como de autobús), dato que se verá agravado por la elevada edad media de los chóferes en activo, por encima de 50 años en muchos países comunitarios. Por eso, la decisión adoptada la semana pasada por la Comisión de Transportes y Turismo del Parlamento Europeo (TRAN) es el primer e importante paso para ir poniendo remedio a esta situación. Porque todo el mundo conviene en que esa solución no será a corto plazo, pero también que si no hacemos algo ya mismo, el escenario será cada vez peor. Por el buen camino Lo cierto es que la revisión de la normativa parece ir en la buena dirección. Por un lado, se abre la posibilidad de conducir camiones, siempre acompañados de un conductor experimentado, a los jóvenes de 17 años. Y, por otro, se trabaja en un reconocimiento armonizado y más fácil de los permisos de conducir y certificados de formación de terceros países. A esto se suma, en el caso del transporte de viajeros, la posibilidad de reducir la edad mínima de los conductores de autobús a 18 años, a juicio de cada Estado miembro. Lo que pedía el Sector: reducción de la edad de acceso y facilidades para traer mano de obra de terceros países Básicamente, hablamos de lo que pedía el Sector y de lo que se reclamaba con insistencia desde todos los estamentos formativos: bajar la edad de acceso a la profesión y facilitar la llegada de personas de otros países. Incluso las Autoescuelas están por la labor, aunque con algún matiz a considerar. La Confederación Nacional de Autoescuelas está a favor de la medida, pero su presidente, Enrique Lorca, afirma que “según el modelo alemán, que es el que nos parece más seguro, el joven debe prepararse en la autoescuela y examinarse después, exactamente igual que cualquier otro aspirante a conductor. Si aprueba, y como no goza aún de la edad reglamentaria para circular a los mandos de un coche, recibe una licencia provisional que le permite conducir acompañado de un tutor hasta que cumpla los 18. Si en ese lapso no ha cometido infracciones graves, se le concede el permiso definitivo”, resumiendo su propuesta. Lorca tiene una visión global, puesto que también preside la Asociación Europea de Autoescuelas (EFA), por lo que afirma la dificultad de “vaticinar cuál podría ser el impacto en nuestro país” de esta conducción acompañada, añadiendo que “no prevemos una demanda lo suficientemente elevada como para que pueda incidir de manera significativa en los procesos formativos vinculados a la posesión del permiso de conducir".