La semana pasada registró, como se suele decir, “una noticia buena y otra mala”, ambas muy cercanas tanto en el tiempo como en su ubicación geográfica, y es possible que también relacionadas entre sí en un futuro próximo. Comenzando por la que todos debemos lamentar, Van Hool ha declarado su bancarrota. Esta compañía belga familiar, con presencia a ambos lados del Atlántico, no ha podido superar las desavenencias entre sus miembros y ha tenido que poner fin a más de 75 años de historia en la fabricación de autobuses, autocares y remolques. Ahora, se abre un periodo de gran incertidumbre para sus más de 4.100 empleados en todo el mundo, la mayoría de ellos en sus centros de producción de Koningshooikt (Bélgica) y Skopje (norte de Macedonia). Sin embargo, es posible que la resolución se conozca en breve plazo de tiempo, porque ya hay compradores interesados: Schmitz Cargobull (a través de su socio GRW) para la parte de mercancías y VDL Groep para la de viajeros. Y precisamente esta última entidad holandesa es la que protagoniza la noticia ‘buena’, puesto que acaba de inaugurar oficialmente su nueva fábrica para buses eléctricos en la region belga de Flandes, concretamente en Roeselare (muy cerca de Kortrijk). En relación con la quiebra, Mark Zwaaneveld, codirector general de Van Hool, afirma que “tanto VDL Groep como GRW dejaron claro en sus ofertas de adquisición que valoran enormemente los conocimientos y la experiencia de Van Hool y sus empleados en el ámbito de los autobuses, autocares y vehículos industriales”, dejando abierta la posibilidad de mantener la marca en el mercado. En cualquier caso, Bélgica ha sido el foco de actualidad, y esperemos que lo siga siendo desde la perspectiva más favorable.