La semana pasada, la ciudad alemana de Leipzig se convirtió en el epicentro del debate global sobre el futuro de la movilidad. Más de 1.400 participantes, procedentes de 80 países, se dieron cita en la cumbre anual del Foro Internacional del Transporte (ITF), donde la IRU (Organización Internacional del Transporte por Carretera) jugó un papel protagonista, lanzando un mensaje tan firme como urgente: “El tiempo de las promesas ha pasado. Necesitamos soluciones pragmáticas para que el transporte por carretera sea más ecológico, competitivo y resiliente”.
Tecnología sí, pero con cabeza
Umberto de Pretto, secretario general de IRU, fue claro en su intervención ante ministros y líderes internacionales: la descarbonización del transporte por carretera debe empezar ya, sin esperar a una revolución futura que, quizá, llegue tarde. “Con tecnologías ya probadas, como los camiones ecológicos y la optimización operativa, se puede reducir hasta un 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero antes de 2050”, afirmó.
Pero la clave no es solo tecnológica. La coordinación internacional, los objetivos claros y la confianza en el compromiso del sector son ingredientes esenciales. “Lo que necesitamos no es solo innovación, sino voluntad política alineada con la realidad del sector”, añadió De Pretto, en línea con los compromisos del Decenio de las Naciones Unidas para el Transporte Sostenible.
Digitalizar para no quedarse atrás
Durante los múltiples foros y sesiones de alto nivel, IRU también defendió la digitalización como palanca de competitividad, especialmente en trámites transfronterizos. Como explicó Vincent Erard, director senior de Estrategia y Desarrollo de IRU, aún hay camiones que cruzan fronteras cargados de papeles. La solución: adoptar herramientas como e-CMR, eTIR, eVisa o e-Permissions, que ya están disponibles y pueden reducir tiempos y costes.
En palabras de Jens Hügel, asesor principal de IRU, “la digitalización básica sigue siendo una asignatura pendiente, mientras la inteligencia artificial avanza sin freno”. La propuesta: marcar un objetivo claro para el Decenio del Transporte Sostenible, con 100 ratificaciones y al menos 50 implementaciones efectivas de convenios internacionales en todos los modos y regiones.
La resiliencia no solo es tecnológica, también es humana
Uno de los mensajes más potentes llegó cuando se abordó el papel de los conductores profesionales. De Pretto insistió en que son pilares invisibles pero esenciales para la resiliencia del transporte. “Durante la pandemia, en catástrofes naturales o en la guerra de Ucrania, los conductores fueron el eslabón que sostuvo la cadena de suministros”.
El transporte por carretera también cumple un rol crítico en la llamada “economía del cuidado”, acercando ayuda, alimentos y servicios a donde más se necesitan, aunque a menudo no se reconozca su valor real.
¿Es posible un transporte competitivo y sostenible a la vez?
IRU organizó un evento paralelo titulado “Un mundo feliz”, donde representantes de Bosch, Amazon, DP World y el Banco Mundial debatieron si es posible lograr un equilibrio entre la competitividad, la resiliencia y la sostenibilidad. La respuesta fue matizada pero esperanzadora: sí, pero requiere decisiones valientes, marcos normativos más flexibles y una mayor colaboración público-privada.
Más allá de Leipzig: una agenda global
La IRU también aprovechó la cumbre para mantener reuniones bilaterales con ministros de Chile, Ucrania, Lituania y Dinamarca, entre otros, para avanzar en temas clave como la profesionalización del sector, la certificación internacional, la facilitación del comercio o la integración digital de los corredores logísticos.
Además, la organización participó en un evento de innovación convocado por la GIZ y en el grupo de trabajo SuM4All junto al Banco Mundial, donde volvió a poner el foco en la resiliencia de los corredores europeos y la importancia de conectar con Ucrania, Moldavia y Armenia.
El mensaje final: menos papeles, más acción
Desde Leipzig, la IRU dejó un mensaje claro para los gobiernos y organismos multilaterales: la industria está lista para avanzar, pero necesita marcos realistas, infraestructura adaptada y apoyo decidido. Solo así, el transporte por carretera podrá seguir siendo el motor silencioso que sostiene la economía, al tiempo que se transforma en un aliado real contra la crisis climática.