El tráfico de las ciudades, sigue siendo el máximo responsable de la contaminación del aire y está en el cuarto lugar en cuanto a emisiones de gases que provocan el efecto invernadero. Por ello según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) hay que intensificar los esfuerzos y llegar a los objetivos propuestos por la UE.
AEMA informa que, pese a existir una pequeña mejora en los últimos años, no es suficiente para llegar al punto marcado por la UE y señala que cuando mejore la economía europea, los nuevos objetivos de la UE de transporte deben centrarse en reducir aún más el impacto medioambiental. La disminución de la contaminación del aire es constante en las dos últimas décadas, pero sigue siendo un grave problema en algunas de las urbes con más población donde pese a la norma Euro, no ha habido una reducción real de las emisiones de NO2 que se establecían en la legislación.
El aumento del transporte de mercancías por carretera ayuda a empeorar la calidad del aire, ya que no sólo emiten NO2, sino que, los óxidos de azufre que causan la lluvia ácida sólo han disminuido en un 14% desde 1990. Según Jaqueline McGlade, Directora Ejecutiva del EEE: "Uno de los grandes retos del siglo XXI será el de mitigar los efectos negativos del transporte, como los gases de efecto invernadero, la contaminación atmosférica y acústica, garantizando los aspectos positivos de la movilidad."
Problemas en las personas
Los ciudadanos que viven próximos carreteras con gran afluencia de tráfico son los mayores expuestos a dicha contaminación del aire, donde los niveles de NO2 están por encima de los límites en un 44% de las estaciones de monitoreo del aire. Esta contaminación puede afectar al sistema cardiovascular, los pulmones, el hígado, el bazo y la sangre.
El ruido es otro impacto del transporte que puede causar problemas de salud graves. En las ciudades más grandes de Europa, tres de cada cinco residentes están expuestos a niveles peligrosos de ruido de tráfico. Incluso en las zonas rurales, 24 millones de europeos están expuestos al ruido del tráfico dañino en la noche.
También es posible que los precios del combustible estén influenciando a la gente en su toma de decisiones, que son perjudiciales para el medio ambiente. Las emisiones de CO2 en el sector del transporte tienen que disminuir en un 68% entre 2010 y 2050 para alcanzar el objetivo de la UE.