Las nuevas etiquetas permiten también la lectura simultánea de lotes de prendas, lo que facilita un rápido seguimiento del material en el que se fija, así como una rápida y eficiente clasificación e inventariado. Una de sus aspectos clave es la posibilidad de acceder a la información que proporciona desde distancias de hasta 1,3 metros.
Además de ser cosida, la etiqueta puede ser fijada utilizando una sujeción por calor, lo que reduce significativamente los costes de implantación al permitir añadir automatismos a la fijación de las etiquetas. Está dotada de gran flexibilidad, debido a su composición con base de gomas y un diseño muy ligero y compacto.
La resistencia de las nuevas etiquetas RFID —resisten al agua, al calor, lavado a presión y a agentes químicos, estando preparadas para soportar el proceso de lavado, secado y planchado más de 200 veces— va a permitir ampliar los modelos y ámbitos de uso gracias a la tecnología que incorpora, lo que a su vez va a permitir un mayor nivel de aplicación.