En los tiempos que corren, en los que el precio de la energía está disparado y no parece que se vaya a contener en el corto plazo, cualquier iniciativa que permita reducir esta partida en los costes (sean familiares o profesionales) es bienvenida. Máxime, cuando no hace falta inventarla, porque ya existe en países como Francia, Alemania o el Reino Unido.