Y en un día tan señalado como el de hoy, recogemos uno de sus apartados, concretamente el que hace hincapié en la necesaria perspectiva de género a la hora de diseñar la movilidad, sea en el ámbito que sea. “La investigación refleja un estado inicial en la que los patrones de movilidad universales utilizados en las políticas de transporte, solo representan a la movilidad masculina, ofreciendo datos cuantitativos de una movilidad androcéntrica que no parece sostenible, ni refleja los datos de empleo por sexo de las dos últimas décadas. Sin embargo, podemos afirmar que progresivamente, las mujeres podrían estar tomando una posición de liderazgo en la consolidación de la transformación en el ámbito de la movilidad. El género es clave De esta forma, la diferencia en los comportamientos de movilidad entre hombres y mujeres ha sido analizada en diferentes estudios que han producido resultados relevantes y nos indican que el género es clave para entender cómo las personas usan los medios de transporte. Así pues, las experiencias urbanas son diferentes dependiendo del género, pero también de los ingresos, la etnia, la edad… dando lugar a que, para realizar un planeamiento urbano más igualitario e inclusivo, se incorpore la perspectiva de género, redistribuyendo la accesibilidad y facilitando los estilos de vida de una forma eficiente (Álvarez Isidro y Gómez Alfonso, 2017). Así, la perspectiva de género en la movilidad nos permite profundizar en los patrones de actividad de las mujeres, identificando los problemas particulares a los que se enfrentan, permitiéndonos descubrir sus necesidades y aportar soluciones. Diferentes investigaciones han detectado algunos problemas fundamentales, en la elección del transporte por parte de las mujeres, arrojando diferentes claves que explican sus preferencias a la hora de elegir el medio. Razones a tener en cuenta En primer lugar, la realización de múltiples tareas sucesivas en cadena como consecuencia de la división sexual del trabajo, que da lugar a que la gestión del tiempo por parte de las mujeres, se convierta en un factor condicionante a la hora de elegir el medio de transporte (Boletín FAL, 2019; Álvarez Isidro y Gómez Alfonso, 2017). A pesar de que las mujeres han accedido masivamente al mercado de trabajo, y el número de ellas en puestos de responsabilidad no deja de crecer, este hecho no es correlativo al crecimiento de una corresponsabilidad doméstica y de los cuidados por parte de los hombres, dando lugar a una doble carga que soportan las mujeres. Esta multiplicidad de responsabilidades y tareas, genera desplazamientos múltiples en diferentes esferas: productiva, de cuidados, política-comunitaria y personal-propia. La movilidad urbana cotidiana de las mujeres se convierte así en una movilidad compleja, de desplazamientos encadenados, de desplazamientos más cortos y cercanos, derivados de una diferente necesidad de gestionar el tiempo. A pesar de esa necesidad de gestión, las mujeres priorizan el transporte de uso compartido, a pesar de que ello requiere una mayor planificación que se traduce a la larga, es una mayor sostenibilidad. Para ello nos basamos en primer lugar, en la observación de la tendencia histórica de la utilización del transporte que indica que las mujeres realizan un mayor uso compartido de los medios de transporte, así como de las nuevas formas de moverse como los vehículos compartidos. En consecuencia, también hacen una mayor utilización de las aplicaciones telefónicas-tecnológicas relacionadas con la movilidad. Las mujeres han marcado estas tendencias que han empezado a calar en las nuevas generaciones. La población joven, entendida como aquella menor de 35 años, prefiere también usar aplicaciones de transporte y tiene una importante tendencia a utilizar el transporte de uso compartido. Cuestiones de seguridad El segundo problema fundamental que arroja la perspectiva de género, es que las mujeres son más susceptibles de sufrir violencia estructural que tiene también su manifestación en el espacio y el transporte público, siendo la inseguridad uno de los factores clave que impiden mayor grado de autonomía en su movilidad (Boletín FAL, 2019; Álvarez Isidro y Gómez Alfonso, 2017). Varias investigaciones apuntan a la sensación de seguridad como uno de los elementos claves en la elección del medio de transporte por parte de las mujeres. Este elemento clave de la seguridad en la elección del tipo de transporte por parte de las mujeres, se combina con una mayor conciencia medioambiental, que contribuye a crear un aire más limpio en las ciudades. El ejemplo de ello son las motivaciones que les lleva a realizar compras más sostenibles”. (Primera parte del apartado, que será completada mañana)