Así lo recoge el informe ‘Perspectivas del Transporte ITF’, añadiendo que “las conversaciones sobre la descarbonización en todos los sectores se centran a menudo en las necesidades de financiación para la transición a cero emisiones netas”. Pero todos convenimos en que “cuando el dinero es escaso, la comparación de las necesidades de inversión para un escenario neto-cero con las de un enfoque de inversión en infraestructuras sin cambios puede aportar pruebas importantes para respaldar decisiones estratégicas importantes y establecer prioridades”. Descarbonizar no tiene por qué ser costoso En el caso concreto del Transporte, y comparando las necesidades de inversión entre el escenario de Ambición Actual y el escenario de Alta Ambición, se aprecia que “un fuerte impulso a la descarbonización del Transporte no es más costoso: las necesidades totales de inversión de capital en infraestructuras básicas de carreteras, ferrocarriles, aeropuertos y puertos son un 5% inferiores con la aplicación de políticas ambiciosas que si se sigue como hasta ahora”. En lugar de proporcionar infraestructuras como reacción a una demanda prevista, se podría “invertir en infraestructuras de una forma dirigida a alcanzar determinados objetivos políticos”. En un contexto de descarbonización del Transporte, esto se traduce en “invertir en infraestructuras de transporte público y en políticas que apoyen el cambio a modos de transporte con mayores factores de ocupación o carga, así como para ciudades más compactas”. Se estima que el ahorro en mantenimiento e inversión de carreteras se reduciría has en 4.000 millones de dólares a nivel mundial, cifra a la que deberíamos restar los costes de adaptación de las infraestructuras actuales a los mencionados requisitos. Impuestos al combustible La descarbonización del Transporte también repercute en los ingresos procedentes de los impuestos sobre el combustible, que van disminuyendo paulatinamente como consecuencia de una mayor eficiencia de los motores de combustión interna y una mayor presencia de vehículos eléctricos, en todos los segmentos. Por ende, los gobiernos perderán ingresos, que tendrán que compensar por otras vías, seguramente modificando los regímenes fiscales sobre el combustible.