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ELABORA EL DOCUMENTO ‘PRINCIPIOS SOBRE CARRETERAS SOSTENIBLES’

La AEC encabeza un grupo de trabajo que busca definir una estrategia global sobre carreteras sostenibles

La carretera no es el modo más contaminante si se compara el CO2 emitidos por viajero y kilómetro

lunes 20 de julio de 2009, 01:00h

El concepto de desarrollo sostenible, consolidado en 1992 en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, apunta al "adecuado equilibrio entre los objetivos de progreso social, desarrollo económico y conservación y mejora del medio y de sus recursos naturales". Aplicado al ámbito viario, esto implica que la sostenibilidad de las carreteras no se basa exclusivamente en construir y conservar con un mínimo impacto ambiental.

En un mundo globalizado un transporte que quiera llamarse sostenible debe, además, garantizar seguridad y comodidad en los desplazamientos, ser económico y socialmente rentable y contribuir a elevar la riqueza de un país. Para alcanzar esa sostenibilidad viaria no hay un único camino, sino que cada país tendrá que diseñar el sistema más adecuado a sus necesidades. Sin embargo, existen unos principios generales y unas prácticas comunes que pueden considerarse aplicables a todos los estados.

La Federación Internacional de Carreteras (IRF) -previa consulta a las instituciones gubernamentales, los grupos políticos y los agentes sociales- se ha propuesto identificar cuáles son esas prácticas comunes para elaborar una serie de recomendaciones de alcance global en el ámbito viario. Con esta premisa, el Grupo de Trabajo sobre ‘Carreteras Sostenibles’ de la Federación Europea de Carreteras (la oficina de la IRF en Bruselas) trabaja en el documento ‘Principios sobre Carreteras Sostenibles’, que será el primero de una serie de informes que pretenden abordar la infraestructura viaria desde el punto de vista medioambiental, social y económico.

Actuaciones recomendadas

Este Grupo está presidido por la Asociación Española de la Carretera. Algunas de las recomendaciones expuestas en el mencionado documento, que actualmente ultima la IRF, pasan por optimizar el diseño de carreteras con el objetivo de reducir el consumo energético en la construcción y explotación, evitar la fragmentación de los hábitats, utilizar materiales reciclados y la generalización de la estabilización de suelos.

Otras actuaciones que aconseja el texto van dirigidas a preservar las zonas de especial valor ambiental, de manera que cuando se planifiquen y diseñen carreteras en zonas sensibles se tengan en cuenta criterios específicos. Por otro lado, la IRF pretende también potenciar el uso del calculador de gases de efecto invernadero, una herramienta presentada el pasado año que permitiría armonizar un procedimiento para contabilizar la emisión de CO2 y de otros gases en los proyectos de construcción y mantenimiento de carreteras.

La apuesta de la IRF es, en definitiva, reducir el impacto del transporte viario en el medio ambiente y poner de relieve sus valores como servicio al ciudadano y fuente de riqueza. De hecho, no es la carretera el modo más contaminante si se tiene en cuenta su elevada participación en el reparto de viajeros y mercancías y si se comparan los gramos de CO2 emitidos por viajero y kilómetro recorrido en cada uno de los modos. En este sentido, la Agencia Europea de Medio Ambiente señala, en su informe ‘Climate for a transport change’, que los autobuses con tasas de ocupación elevadas presentan unas emisiones de 45-80 gramos por viajero y kilómetro; los turismos respetuosos con el medio ambiente llegan a 100-150, mientras que el tren de alta velocidad alcanza los 80-165 gramos y los vuelos de corta duración entre 77 y 240.