Además, como valor añadido, las etiquetas deberían contar con espacio extra de almacenaje para incorporar la programación ‘en vida’ después que el neumático sea puesto en servicio.
Sin embargo, según un artículo publicado en la página de Busworld, la mayoría de los usuarios finales concuerdan en afirmar que las etiquetas RFID son algo positivo, pero al mismo tiempo han llegado a la conclusión de que los beneficios percibidos aún no compensan los costes, por lo que el precio de la etiqueta RFID no se puede agregar al del neumático. Esta actitud de ‘inclúyelo pero sin coste extra’ ha vuelto reticentes a las compañías que fabrican neumáticos.
Incorporación de las etiquetas RFID
Existen básicamente tres maneras en las que un fabricante puede incorporar una etiqueta RFID a un neumático: incorporándolo en un parche e instalándolo en la línea interna o bien en algún flanco externo, pegándolo directamente en la línea interna o incorporándolo en el neumático durante el proceso de fabricación. Las primeras dos maneras necesitan de bastante trabajo, por lo que los costos añadidos hacen que sea improbable que se conviertan en soluciones a largo plazo. Fabricar la etiqueta dentro del neumático parece ser, entonces, la elección más obvia.
A pesar de las consideraciones de coste, parece ser que las compañías de neumáticos finalmente han alcanzado un nivel en el que algunas de ellas han perfeccionado el proceso y justificado los costes desde un punto de vista interno. Hacen falta muchos recursos para hacer el seguimiento de cada neumático por razones de inventario, y una considerable cantidad de dinero para hacer frente a las demandas de garantía, mientras que este trabajo puede hacerse de forma más económica utilizando las etiquetas RFID. Eso permitiría pensar que estamos en el inicio de una ‘edad digital’ en el tráfico y el transporte, en la que los neumáticos serían el próximo componente en seguir esta ruta.