El Congreso, centrado en el tema de ‘La ciudad del siglo XXI: ciudadano, urbanismo y movilidad’ y organizado en torno a cuatro mesas de trabajo —Hábitos sociales y urbanismo; Urbanismo y transporte; el ciudadano y el transporte y, por último, la presentación del manual sobre la eficiencia del transporte urbano y metropolitano— , hace frente a una realidad a la que se enfrentan las ciudades hoy, y que el alcalde de Tarragona, Josep Fèlix Ballesteros, resumió como "colesterol de la circulación". "Si no se potencia el transporte colectivo en sus diferentes modalidades llegaremos a esta situación de colesterol, entendido como dificultad de fluidez. Mejor dicho, tenemos ya realidad de colesterol, y uno de los mejores antídotos es el transporte público colectivo. Por lo tanto están ustedes aquí para garantizar, entre otras cosas, la buena salud de nuestras ciudades", agregó.
Por otra parte, y en términos más generales, la organización del encuentro responde a la voluntad de Atuc de ejercer una función coordinadora en el ámbito del transporte público ante la carencia de un ente que cumpla dicho rol. "Las competencias en materia de transporte están diseminadas entre las diferentes administraciones, lo que hace que muchas veces se regulen los mismos aspectos de forma diferente", explicó el representante de Atuc Josep Maria Satorres.
Miralles: En la piel del ciudadano
El asesor-consultor de transportes Emilio Miralles dio inicio a la Mesa 1, ‘Hábitos sociales y urbanismo’, con una ponencia titulada ‘Comportamiento Sociológico del ciudadano del siglo XXI: necesidades, hábitos sociales y actitud frente a la calidad de los servicios relacionados con la movilidad’. Para desarrollar su ponencia Miralles tenía una misión encomendada por Fidel Angulo, secretario general de Atuc: ponerse en la piel del ciudadano. Partiendo de la base de que el medio ideal para desplazarse es a pie, el asesor de transportes explicó que el modelo de ciudad, en el que imperan las bajas densidades y la separación de usos del suelo, hace que los ciudadanos deban recurrir al transporte motorizado. Se busca entonces la comodidad y el menor tiempo posible de trayecto, lo que lleva a la elección del coche como medio predominante. Sin embargo, su uso masivo genera a su vez un modelo que "se cae" al enfrentarse a una serie de problemas, como son la congestión, la contaminación, la ocupación del suelo, etc. Llega así el turno del transporte público.
¿Cómo atraer al ciudadano al transporte público?, se preguntó Miralles. "No se trata de que llegue a este modelo como castigo, como último recurso. La idea es dotar al transporte público de aquello que el ciudadano busca en el coche", reflexionó. Esto es, menores tiempos de viaje, mayor fiabilidad, menor coste de viaje y nivel de calidad comparable. Es sobre estos factores que actúan las administraciones, diseñando y llevando a cabo sus políticas de movilidad. De ahí surge el concepto de movilidad sostenible, que se basa en tres aspectos: accesibilidad universal, reducción de la congestión y respeto al medio ambiente.
Para conseguir esta movilidad sostenible existen tres vías (integración de la planificación urbana en la movilidad, mejora del transporte público y limitaciones al uso del vehículo privado), de donde surgen a su vez las plataformas reservadas en sus distintas formas (carriles bus, bus-VAO, tranvías sobre plataforma propia...), los intercambiadores de transporte y los sistemas de integración tarifaria, "tres magníficos instrumentos para conseguir las mejoras que los ciudadanos requieren".
