La norma obligará a partir de 2012 a cada fabricante a garantizar que las emisiones medias de su flota de vehículos nuevos estén por debajo de los 130 gramos por kilómetro. Ello significa, según la Comisión, que el nivel de emisiones de los automóviles de mayor cilindrada deberá reducirse proporcionalmente más que el de los vehículos pequeños. Los constructores podrán seguir produciendo automóviles cuyas emisiones sean superiores al límite siempre que fabriquen otros que estén por debajo del máximo, de manera que la media de su flota sea de 130 gramos.
Los Estados miembros serán los responsables de verificar que los fabricantes cumplan sus compromisos utilizando los datos de las nuevas matriculaciones. Para garantizar que los constructores respetan los límites, la norma incluye un sistema de sanciones que aumentarán progresivamente entre los años 2012 y 2015. La multa se calculará multiplicando el número de gramos por kilómetro que un vehículo medio del constructor supera los 130 gramos por el número de coches vendidos por ese fabricante. Para el primer año -2012-, la multa es de 20 euros, pasando en 2013 a 35 euros, en 2014 a 60 euros y finalmente en 2015 a 95 euros.
Preservar la competitividad
Para garantizar la competitividad de la industria europea del automóvil, la norma permite que varios fabricantes se agrupen y actúen conjuntamente para el cálculo de los objetivos de emisiones. Eso sí, el Ejecutivo comunitario puntualiza que los constructores que formen parte de estas alianzas deberán seguir respetando las reglas comunitarias en materia de competencia. Las empresas independientes que vendan menos de 10.000 vehículos al año y que no puedan o no deseen unirse a uno de estos equipos podrán pedir a la Comisión un objetivo individual. Los vehículos con funciones específicas, como los diseñados para acomodar un acceso a sillas de ruedas, no se verán afectados por esta legislación.