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Innovación y personas, las claves de los 75 años de éxito que cumple Castrosua
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Innovación y personas, las claves de los 75 años de éxito que cumple Castrosua

Primera entrega: un poco de historia y una visita a Vilagarcía

martes 17 de octubre de 2023, 07:00h

El grupo Castrosua está celebrando durante 2023 haber alcanzado “sus primeros 75 años de historia”. Así lo explica su presidente, Juan Luis Castro, que además aporta una visión tan sorprendente como esperanzadora acerca de lo que puede y quiere ser la compañía en el futuro.

Con motivo de tan importante efeméride, NEXOBUS se desplazó a Galicia para realizar sobre el terreno un repaso por la historia de Castrosua, su actividad actual y lo que le depararán los años venideros.

Pero antes de comenzar, conviene echar la vista atrás y repasar un poco todo el proceso que ha llevado a Castrosua, desde el año 1948, hasta convertirse en lo que es actualmente.

Fue la localidad de O Carballiño (Ourense) la que, en aquel año de finales de la década de los ’40, vio nacer a lo que hoy conocemos como Castrosua. Sus primeros pasos se encaminaron a la fabricación de carrocerías íntegramente en madera, y debían ser bastante buenas, porque el crecimiento de la demanda fue tal que pronto el taller se quedó pequeño, lo que obligó a buscar una nueva ubicación: la actual, en Vilagarcía de Arousa.

El ritmo no dejó de crecer en la década de los ’50, y ya en los ’60 se amplía la capacidad de producción con una nueva fábrica en Santiago de Compostela. De este modo, fue posible atender la carga de trabajo que supuso, por entonces, la alianza con Pegaso.

Un paso muy importante, a finales de la década de los ’60, fue la creación de Unión Carrocera, una entidad que apuntaba alto y que disponía de cinco fábricas: en Vilagarcía, Santiago, Ourense, Viveiro y Manresa.

Aunque quizá el embrión más claro de Castrosua, tal y como la conocemos hoy, se dio en 1979, cuando la empresa compró la fábrica de Santiago y pasó al primer plano nacional (poco después internacional) en el sector de las carrocerías para autobús.

Los últimos pasos, a nivel institucional, se producen en los años siguientes, con la fundación de Insular Carrocera en los ’80, y de Cidsa (Castro Inversión y Desarrollo) en los ’90, pensando ya en ir incorporando al grupo la parte tecnológica. Incluso Carsa también se recompra antes de que finalice el siglo.

Comienza ‘el viaje’

Nuestra jornada comenzó en Vilagarcía de Arousa. Un enclave básico para la empresa, pues allí se encuentra la fábrica de Carsa, parte esencial del grupo que merece un capítulo aparte de esta historia.

Manuel Lago, su responsable de fabricación, nos recibió amablemente para explicarnos que “aquí carrozamos todos los modelos de Castrosua y la capacidad actual es de tres unidades semanales en un turno”.

Manuel Lago, jefe de Producción de Carsa, durante la visita a las instalaciones

La plantilla que dirige está compuesta por 134 personas. Lago hoy es el responsable, pero cuando comenzó su periplo en Carsa, allá por el año 2002, “no sabía ni soldar. Tenía un ciclo de electromecánica, pero comencé en la sección de estructura. Nunca pensé que sería el trabajo de mi vida, pero me gustó y poco a poco, entre la ayuda de mis compañeros y la formación que fui haciendo por mi cuenta, llegué hasta donde estoy. En un momento dado, se abrió un departamento nuevo de ingeniería, en el que estuve dos años, y ahora llevo casi cuatro años como responsable de producción”.

Lago analiza las características de Carsa, y no duda en afirmar que “las ganas, a veces, suplen la falta de experiencia. Contamos con una edad media de la plantilla muy joven y otras personas que se incorporaron procedentes de Unicar (que se adquirió en 1998), por lo que se nota mucho esta combinación. Creo que es lo que nos caracteriza ahora mismo, que estamos en pleno relevo generacional. Buscamos coger lo mejor de cada persona y de cada compañero, por lo que a los recién llegados siempre les ponemos, al principio, con veteranos, pero incidiendo en que no copien algún mal hábito adquirido (entre risas)”.

Además, “en estos años se ha invertido mucho en medios de producción. Antes era todo mucho más artesanal y con menos medios. Recuerdo que los discos de rebarbadora sólo eran grandes, y los teníamos que adaptar para la pequeña”. Y el 3D “también fue una gran ayuda, porque evita muchísimos errores. Un fallo de calidad grave es hoy algo impensable gracias a la tecnología”.

Lo que no solo no se pierde, sino que se cultiva, es el orgullo de pertenencia

Echando la vista atrás, Manuel recuerda que “de mis inicios, lo que más añoro en lo personal es quedar después del trabajo y compartir momentos. No he dejado de hacerlo aunque no lo hago con tanta asiduidad".

Lo que no solo no se pierde, sino que se cultiva, es el orgullo de pertenencia. “Estoy encantado de haber evolucionado, de haber tenido la oportunidad”, reconoce Lago. “No somos robots, y a pesar de que el trabajo pueda ser monótono en ocasiones, es agradable ver un vehículo nuestro en la carretera”. Esa sensación tiene un ejemplo aún más claro para Manuel: “Se me quedó grabada la cara de mi hija la primera vez que me vio conducir un autobús. Eso no tiene precio. Ahora, cuando llego a casa, me pregunta de qué color los he pintado hoy, o si vamos por la calle y vemos un vehículo, quiere saber si lo he hecho yo. A veces, le tengo que decir que no, claro. También me encanta ver Castrosuas en otros países, incluso donde no vendemos, donde han llegado de segunda mano”.

Algo que aprecia, sin duda, es “ver cómo los trabajadores y mandos hacen piña y se enfrentan a los retos juntos. A veces, como en la vida, lo que tienes planificado para la semana o el mes se tuerce y tenemos que salir al paso resolviendo para cumplir. Me encanta ver cómo dejan a un lado las posibles rencillas y se ponen manos a la obra para resolver. Disfruto también viendo cómo cada día aportan mejoras incansablemente para seguir evolucionando. Incido mucho en que no lo dejen de hacer, aunque a veces no se vean reflejadas en los proyectos, o no se puedan llevar a la práctica, algo que evidentemente les frustra. Pretendo esa implicación y la verdad es que estoy muy satisfecho de la plantilla que hemos conformado. Hacer las cosas en menos tiempo, ser más eficientes, no significa que trabajemos menos, sino que podremos hacer más vehículos y, por tanto, el resultado a final de año será mejor, para todos”.

Lago: 'La cara de mi hija la primera vez que me vio conducir un autobús, no tiene precio'

En el capítulo de los recuerdos, Lago reconoce que de lo mejor que me encontrado como responsable en esta empresa es a Javier R. Vilela, actualmente nuestro director ejecutivo. Nos transmite confianza, honestidad, inteligencia emocional, pasión, compromiso… Es un ejemplo de promoción interna, que espero que sirva de incentivo para todos los demás”.

Y también “estoy gratamente sorprendido por la evolución de personas jóvenes y con menos años de experiencia en la empresa, con la desenvoltura y talento que despliegan en su trabajo; esto me deja muy tranquilo porque visualizo relevo y continuidad”.

En cuanto a anécdotas que ha vivido en todo este tiempo, Lago reconoce que “haría un libro. No me aburro la verdad, me pasan los días volando. Me gusta conocer a las personas, preguntar por sus cosas y pasearme por la planta para estar en contacto. Es lo que me hubiera gustado que hicieran por mí. Eso también fomenta ese sentimiento de pertenencia a la empresa, y cuanto más contentos estén, mejor será su día a día y, a la larga, su rendimiento. La cercanía funciona, al menos aquí, mucho mejor que cualquier otro sistema de incentivar la productividad. Y eso se nota a la hora de pedirles un esfuerzo, puntual, para terminar algún vehículo y cumplir la entrega. Cuando se lo pides, queda claro que a veces no sólo lo hacen por el dinero extra, sino por ese orgullo personal y el compromiso”, concluye el responsable de Producción.

Una de las más noveles: Manuela

La visión del responsable de la planta coincide, en una parte importante, con la de una de las personas que menos tiempo lleva en Carsa. Hablamos con Manuela Cajaraville, que pertenece al equipo de remate.

Ella misma nos cuenta que llegó a la empresa “hace cinco años, se han cumplido en septiembre, y siempre me he dedicado al remate y al sellado del coche: interior, exterior y la parte de abajo. También hago la verificación de esos puntos de sellado, para que salga lo más perfecto posible”.

Manuela Cajaraville tuvo que hacer un alto en su jornada diaria para atendernos

Eso es posible porque “he ido aprendiendo y poniendo mi ‘toque’ a la labor, ya que soy muy perfeccionista, lo que a veces es bueno y otras no. El método de sellado ha evolucionado mucho, y una vez que cambiamos el proceso, no era capaz de que me saliera como yo quería. Sin embargo, al final lo conseguí. Quitando la pandemia, por supuesto, fue el mayor reto al que me tuve que enfrentar”.

Manuela: 'Al final, te sientes parte de algo a lo que has aportado tu granito de arena'

Manuela hace un trabajo que “me gusta mucho. Venía de trabajar de cara al público, así que fue un cambio enorme que afronté sin ninguna experiencia. Pero me trataron desde el primer día como uno más, con un compañero (Paco) que me guio en todo momento, sin guardarse nada. Él hizo que me gustara el trabajo”.

También nos contó que “llevaba dos años en el paro, eché el CV y me llamaron. El primer día pensé: “Dónde me he metido”. Pero, a pesar de que todos tenemos malos días, estoy encantada porque estoy haciendo cosas todo el tiempo. Es siempre sellar, pero como los modelos son diferentes, hay variedad”.

Todo ello ha llevado a Manuela a valorar “ese sentimiento de acogida que tuve el primer día. Tenemos muy buen ambiente y procuramos hacernos el trabajo más fácil entre todos. Ellos, sin duda, me lo hacen fácil. Al final, te sientes parte de algo, a lo que has aportado tu granito de arena, sobre todo cuando ves uno de nuestros vehículos por la calle. Nadie lo sabe, pero es un orgullo interno para mí”.

Y para finalizar, también nos deja una anécdota personal: “Llevaba muy poco tiempo, todavía estaba aprendiendo y al realizar unos trabajos en un bus que salía justo al día siguiente, con las prisas, le hice un arañazo tremendo. Pensé que ahí terminaba mi carrera en Carsa, que iba a ser efímera. Pero el encargado fue comprensivo, lo reparó (aunque yo le ofrecí mi ayuda) y todo quedó en eso, en una anécdota un poco embarazosa”, concluye Manuela.

(la segunda parte del reportaje será publicada en unos días)