Alemania ha dado un paso significativo hacia una descarbonización pragmática del transporte comercial por carretera, al aprobar un nuevo acuerdo de coalición que evita medidas coercitivas para los operadores y apuesta por la inversión, la neutralidad tecnológica y el desarrollo de infraestructuras. La Organización Internacional del Transporte por Carretera (IRU) ha acogido con satisfacción este enfoque, pero advierte que la ausencia de un apoyo concreto a los combustibles limpios supone una oportunidad perdida.
El acuerdo, que cuenta ya con la aprobación de los partidos y precede a la elección del nuevo Canciller Federal, prevé medidas como:
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Revisión prioritaria de los estándares de CO₂ para vehículos pesados.
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Ampliación de las exenciones de peajes para camiones cero emisiones más allá de 2026.
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Inversión en infraestructura de recarga rápida y en depósitos, según demanda real.
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Uso de los ingresos de peajes para apoyar financieramente la transición.
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Reconocimiento de soluciones de bajas emisiones, incluidos híbridos enchufables y vehículos con extensor de autonomía.
Sin apoyo a los combustibles limpios: una carencia estratégica
Pese al valor del enfoque general, la IRU lamenta que no se contemple un respaldo explícito a los combustibles renovables o neutros en carbono, que son claves para operadores de larga distancia o transporte pesado. “Sin este apoyo, se corre el riesgo de dejar sin opciones viables a gran parte del sector”, advierte Raluca Marian, directora de incidencia de la IRU en la UE.
La organización señala que muchos operadores e inversores ya han apostado por soluciones diversas, desde vehículos cero emisiones hasta combustibles limpios, y reclama seguridad jurídica para quienes ya han invertido.
Accesibilidad para pymes y ejemplo para Europa
La IRU también subraya la importancia de que los programas de financiación sean accesibles para pequeñas y medianas empresas, que constituyen la mayoría del sector. La aplicación deberá cuidarse para evitar barreras burocráticas que limiten el acceso a los fondos.
“El mensaje de Alemania es claro: priorizar incentivos positivos en lugar de imposiciones anticipadas. Este modelo debería servir de guía para las futuras políticas de descarbonización tanto a nivel nacional como europeo”, concluye Marian.