La puesta en marcha de este servicio requiere de un coste anual de 440.000 euros y, aunque los responsables de la empresa no esperan lograr una rentabilidad económica, sí quieren tener clara la justificación social que convierta en necesaria la actuación de esos microbuses y el esfuerzo para la plantilla.
El nuevo servicio, que hace desaparecer el actual recorrido de la línea M-2, permite dar cobertura a varias parroquias y llegar también a polígonos industriales. El entramado de las líneas permite conexiones entre ellas y con otras del ámbito urbano y alta frecuencia. Las paradas durante el trayecto se realizarán a mano alzada, aunque en cada parroquia hay una parada de regulación ya pactada.