La empresa quiere reducir un 15% sus emisiones para 2030
Este desafío adquiere una especial relevancia en España, donde las emisiones del transporte por carretera suponen el 92,6% del total de emisiones de CO2 de todos los modos de transporte. En este contexto, el HVO aspira a convertirse en una opción a tener en cuenta, pues cumple con las certificaciones de sostenibilidad de la Directiva de Energía Renovable de la Unión Europea y, según los estudios, puede ofrecer una reducción de hasta el 80% de emisiones de CO2, lo que equivale a más de 200 toneladas al año, sin necesidad de realizar modificaciones en la flota de vehículos.
Por ello, la empresa está llevando a cabo un proyecto colaborativo con Repsol y Rhenus, en el que están probando el uso del combustible HVO en dos camiones que hacen un trayecto diario de ida y vuelta entre el hub operativo de Rhenus en Irún, la fábrica de Bosch en Aranjuez y el almacén central de Bosch Fabrica Madrid.
Todas estas ventajas permitirían una implantación sencilla en comparación a la enorme revolución que supone la electrificación de las flotas, lo que ha llevado a muchos organismos a apostar por este tipo de combustibles. Sin embargo, desde otras asociaciones se recalca que, si bien la reducción de emisiones de CO2 de los biocombustibles sí es notable, no lo es tanto en otro tipo de partículas igualmente nocivas. Aun así, la corriente mayoritaria en el transporte se decanta por impulsar un modelo en el que todas las tecnologías puedan coexistir, dando lugar a este tipo de proyectos como el de Bosch que buscan seguir impulsando la presencia del HVO.