La UE impuso aranceles del 38,1%, recibiendo apoyo de organizaciones como Transport & Environment
El sector de la automoción en su conjunto, incluyendo desde los turismos hasta los vehículos pesados, lleva mucho tiempo levantando la voz ante la competencia, a su juicio “desleal”, de los productos eléctricos que llegan desde China para ser comercializados en el continente.
Estas afirmaciones se basan en la doble subvención que recibían. Una en origen, procedente del propio gobierno chino, y otra en destino, pues también podían acogerse a las ayudas europeas para este tipo de propulsión. Esto significa que su precio de mercado podía posicionarse en un rango claramente más bajo, pues a esas ayudas se suman sus menores costes de producción.
Sin embargo, esta misma semana hemos asistido a un claro giro de timón en esta situación, ya que la Comisión Europea ha impuesto a los vehículos eléctricos fabricados en China unos aranceles de importación de hasta el 38,1%.
Objetivo ¿conseguido?
Esto parece una buena noticia. Acea así lo considera, pero también otras organizaciones como Transport & Environment, que ha acogido con satisfacción el anuncio, aunque sin dejar de recordar que “es necesaria una política industrial más amplia que incluya la fecha límite de 2035 para la venta de coches contaminantes en la UE, con el fin de desarrollar la cadena de suministro de vehículos eléctricos en la UE y, al mismo tiempo, ofrecer coches eléctricos asequibles fabricados en Europa”.
La decisión es de profundo calado, especialmente en el segmento de los turismos, pero el análisis se puede aplicar perfectamente a los camiones y autobuses. “Uno de cada cuatro vehículos eléctricos vendidos en Europa este año podría importarse de China”, según T&E publicado en marzo. Con este nuevo escenario, se va a generar un enorme volumen de ingresos extras (procedentes de estos aranceles), que bien podría ser destinados a mejorar toda la cadena de valor de los vehículos eléctricos fabricados en Europa.
Julia Poliscanova, directora de Vehículos y Cadenas de Suministro de movilidad de T&E, considera que "el Pacto Verde de la UE llegó con la promesa de crecimiento y empleo, y eso no es posible si todos nuestros vehículos eléctricos son importados. Los aranceles son bienvenidos, pero Europa necesita una política industrial fuerte para acelerar la electrificación y localizar la fabricación. Introducir aranceles y eliminar la fecha límite de 2035 para los coches contaminantes ralentizaría la transición y sería contraproducente".
De momento, las previsiones indican que el mercado va a cambiar. Lo que hace falta es saber hacia dónde se dirigirán ahora las políticas de precios. Y si esta situación permitirá un incremento de la velocidad de producción de las marcas tradicionales europeas, hasta ahora un tanto reticentes a impulsar este tipo de desarrollos, ante la dificultad posterior de poner esos productos en el mercado.