La transición hacia un modelo de movilidad eléctrica no solo representa una solución ambiental, sino también una gran oportunidad económica y laboral para Europa. Según un informe del grupo ecologista T&E, si la Unión Europea mantiene su objetivo de cero emisiones para 2035 y acompaña esta hoja de ruta con políticas industriales robustas, podrían generarse más de 220.000 nuevos empleos solo en los sectores de fabricación de baterías y recarga eléctrica.
Los datos apuntan a que el desarrollo de una industria sólida de baterías permitirá crear unos 100.000 puestos de trabajo antes de 2030, a lo que se sumarían 120.000 empleos adicionales vinculados a la expansión de las infraestructuras de carga eléctrica para 2035. Este crecimiento responde a un escenario de fuerte impulso a la producción local, con previsiones de alcanzar hasta 900 GWh anuales de baterías en territorio europeo —muy por encima de los actuales 187 GWh—, siempre que se mantenga la apuesta firme por la descarbonización.
Una oportunidad económica que Europa no debe desaprovechar
El potencial económico de este sector también es notable. Según el estudio, el mercado vinculado a la recarga eléctrica podría multiplicar por cinco su volumen económico, alcanzando los 79.000 millones de euros en apenas una década. Este avance permitiría compensar en gran medida el previsible descenso del empleo tradicional ligado al vehículo de combustión interna.
Pero este escenario positivo solo será posible si Europa actúa con decisión. El informe advierte que relajar los objetivos climáticos o no implementar una estrategia industrial ambiciosa conllevaría un duro golpe para la economía comunitaria: se podrían perder hasta un millón de empleos en el sector automovilístico y dos tercios de las inversiones previstas en baterías desaparecerían del mapa europeo.
La transición energética es, en palabras de Lucie Mattera, secretaria general de ChargeUp Europe, “un catalizador de la competitividad de Europa que impulsa la innovación, la inversión y las nuevas oportunidades”. No obstante, advierte que todo esto solo se materializará si la UE proporciona marcos regulatorios estables y predecibles que den seguridad a empresas e inversores.
En definitiva, las baterías y la recarga eléctrica no son únicamente elementos técnicos del vehículo eléctrico, sino piezas estratégicas para el futuro económico de Europa. Apostar por ellas con visión de futuro es, hoy, más necesario que nunca.