Cuando el futuro llama a la puerta, lo importante es estar preparado para abrirla. Y eso es precisamente lo que está haciendo Europa al mirar de frente a su gran reto: transformar su sistema energético sin dejar a nadie atrás. El hidrógeno renovable, ese combustible silencioso que no contamina y promete mover industrias enteras, empieza a ganar terreno. Y en esta carrera, España ha salido con fuerza del pelotón, con ocho proyectos seleccionados para recibir apoyo europeo.
España se sube al tren del hidrógeno, y lo hace en primera línea
No hay margen para la espera. La transición energética no es una opción, es una necesidad. La segunda subasta del Banco Europeo del Hidrógeno ha puesto sobre la mesa casi 1.000 millones de euros para apoyar a 15 iniciativas punteras. Y ocho de ellas tienen acento español, algunas con raíces profundas en Andalucía, Galicia o Castilla y León.
Los proyectos abarcan sectores tan diversos como el transporte, la industria química o la producción de metanol y amoniaco. Todos con una meta común: reducir 15 millones de toneladas de emisiones de CO₂ en una década. ¿Qué significa eso? Menos humo, más salud, más empleo y una economía más resiliente.
Una apuesta por el futuro que empieza hoy
El hidrógeno verde no es barato, y eso no se esconde. Pero no invertir en él costaría mucho más. Por eso, la Comisión Europea ha decidido cubrir la diferencia entre el coste real de producción y el precio de mercado, permitiendo que el desarrollo de esta tecnología no se quede solo en el papel. Las ayudas, que van desde los 8 a los 246 millones de euros, garantizan continuidad y confianza.
Entre los proyectos seleccionados figuran empresas como Galena Renovables, Viridi RE, Ignis, Armonia Green, Green Devco Energy y Elawan Energy. Detrás de estos nombres hay personas que creen en una energía más limpia y en un modelo productivo que genere empleo de calidad en territorios que lo necesitan.
El hidrógeno no es una moda: es un compromiso de país
Este impulso no es solo para llenar titulares. Es una señal clara de que Europa —y España con ella— está dispuesta a apostar por una energía que no contamina, que se puede producir aquí y que nos hace más libres y más fuertes. Porque sí, el hidrógeno también es geopolítica, desarrollo rural, justicia climática y oportunidad para las próximas generaciones.
Nuestro país tiene los ingredientes: sol, viento, talento y voluntad. Ahora también tiene respaldo económico y proyectos reales en marcha. El hidrógeno empieza a dejar de ser un concepto futurista para convertirse en algo que se enciende, que se mueve, que funciona.
Y lo más importante: empieza a hacerlo aquí. Porque esta vez, el futuro energético de Europa también se escribe en español. Y toca escribirlo con decisión, con alianzas y con ambición.