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Editorial NEXOBÚS: ¿Cómo se va a aclarar el usuario con las propulsiones?

Editorial NEXOBÚS: ¿Cómo se va a aclarar el usuario con las propulsiones?

Adquirir un vehículo, sea del tamaño que sea, se está convirtiendo en una profesión de riesgo. Sobre todo, para los que necesitan tener éxito en la decisión para desempeñar su trabajo

miércoles 28 de febrero de 2024, 07:00h

Diésel, biodiésel, HVO, baterías, ecocombustibles, gas natural, Biogás, pilas de combustible, combustión de hidrógeno… y los que estarán por llegar.

Las autonomías son cada vez mayores

Con tal cantidad de opciones, resulta complicado acertar con la elección correcta. Porque todas ellas tienen pros y contras. ¿Cómo afrontar este dilema?

Lo primero que habría que hacer es conocer para qué se necesita el vehículo. El sentir general apunta a que, si es para distribución y corta distancia, la opción más lógica sería la de apostar por las baterías. Las autonomías son cada vez mayores y eso garantiza la prestación del servicio diario, puesto que la mayoría de estas unidades ‘duermen’ en el mismo lugar todos los días, facilitando su recarga. Pero no podemos obviar que esos puntos de recarga públicos siguen siendo escasos, y se convierten en un freno para su expansión mayoritaria.

Las motorizaciones diésel, aunque siguen mejorando sus prestaciones en consumo y emisiones, cuentan con las restricciones urbanas a la circulación como principal escollo. Y con la corriente política a nivel europeo para que vayan desapareciendo. Y el gas natural, pese a sus buenas prestaciones ambientales, también parece una tecnología en desuso, sin contar con su elevado precio actual, que hace que su operación para la larga distancia se vea dificultada.

¿Por cuál decidirse?

Los ecocombustibles, de momento, no son considerados por las normativas comunitarias como una opción ‘Eco’, a pesar de su nombre, a pesar de que muchos operadores sí aprecian su disponibilidad inmediata y el hecho de que pueda ser aplicado con los vehículos actuales.

¿Y el hidrógeno? Pues es la opción menos contaminante, pero también la menos eficiente desde un punto de vista energético, a lo que habría que añadir su escasa infraestructura disponible para repostar.

Con todo ello, ¿por qué propulsión decidirse? Estos argumentos, ¿seguirán siendo válidos dentro de cinco años? ¿Dará tiempo a amortizar la inversión que se debe afrontar? Los fabricantes de vehículos tampoco se ponen de acuerdo, apostando por diferentes opciones e, incluso, virando el timón de sus estrategias a medio camino. En definitiva, incertidumbre y más incertidumbre, lo menos recomendable cuando el vehículo es una herramienta de trabajo esencial para que las cuentas de resultados cuadren a final de mes.

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